Una vuelta al mundo
de la mano de la ciencia
©
Gilles Martin Raget
O
ne Planet One Ocean,
el viejo
Kingfisher
de
Ellen Mc Arthur, volverá a vestirse de agente
científico para abordar su segunda Vendée Globe,
su quinta vuelta al mundo en regata, otra vez de
la mano de Dídac Costa, con quien ya completó la
última Barcelona World Race. A falta de un gran
patrocinador que pudiera hacer frente a todo el
presupuesto de la participación en la regata, Costa
ha optado por renunciar a casi todas las mejoras que
quería introducir en el barco, confiar en pequeños
patrocinios y poner su proyecto a disposición de los
científicos de todo el mundo. Ellos serán quienes le
indiquen qué sensores llevará a bordo, básicamente
para medir la concentración de microplásticos y
salinidad de los distintos océanos que atraviese, y
conocer el nivel del fitoplancton.
Las restricciones económicas han reducido el
presupuesto al mínimo imprescindible, casi más
propio de un proyecto amateur de la clase mini, hasta
el punto de que Costa ha renunciado a entrenar en
el Atlántico, y buena parte del material renovado
correrá a cargo de proveedores oficiales. El navegante
catalán se ha propuesto que su participación en la
Vendée Globe sirva para dar visibilidad a la industria
del país, en lo que de hecho se está convirtiendo
en un proyecto coral; por ello, por ejemplo, en lugar
de encargar sus dos velas nuevas (mayor y solent)
a algún fabricante de renombre y con experiencia
en este tipo de regatas, las ha encargado a la joven
Advanced Sails, de Nacho Ortí, en Valencia.
El de Costa será, sin duda, uno de los proyectos
más baratos de la próxima Vendée Globe. El suyo será
el barco con más vueltas al mundo a cuestas (cuatro,
tres de ellas sin escalas), pero no será el único
participante con un velero del siglo pasado. En esta
categoría habrá nada menos que otros cinco.
OCÉANOS
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verán a superarse a sí mismos y aprenderán a aguantar
lo inaguantable?
Además la potencia de esas máquinas es tan brutal
que el mismo Alex Thomson reconoció que “mi barco
me da miedo”; y quien lo dice no es precisamente un
navegante apocado. Uno de los pocos que sigue mante-
niendo que aún es pronto para que los imocas con foils
canten victoria es Riou, que iba en cabeza cuando tuvo
que bajar el ritmo tras colisionar con un OFNI: “No
sé qué condiciones de mar tuvieron, pero creo que no
fueron muy rápidos en la parte del Atlántico Norte en
que tuvieron condiciones perfectas para destacar. No
entiendo por qué no hemos visto a los barcos con foils a
más de 25 nudos de media durante 4 días…” Mal que
le pese a Riou, lo más probable es que lo veamos dentro
de unos pocos meses, cuando los mejores instalen una
nueva evolución de esas alas para la Vendée Globe.
Dídac Costa
Y junto a la regata –o las distintas regatas- las aven-
turas de cada uno de los participantes. Porque este es el
espíritu de la Vendée Globe: una gran aventura en so-
litario, en la que cada uno de los navegantes se supera a
sí mismo y, gracias a las nuevas tecnologías, intenta que
sus seguidores vivan con él esas experiencias. No olvide-
mos que uno de los participantes con más seguidores de
la última Vendée fue precisamente el último clasificado,
el italofrancés Alessandro di Benedetto.
Y ya que hablamos de navegantes muy populares,
Jean Le Cam ha echado mano del
crowdfunding
para fi-
nanciar parte de su presupuesto; no ha sido el único,
lo que demuestra que la Vendée Globe es mucho más
que una regata. Es toda una aventura, en el sentido más
intrínseco de la palabra.
Kito de
Pavant a
bordo de su
nuevo Imoca.
Sébastien
Josse con
Edmond de
Rothschild,
segundo
clasificado.