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2.
El gráfico
muestra la
posición de
la flota de
este año en el
momento en
que François
Gabart cruzó
la línea de
llegada,
y de los
vencedores
de las dos
ediciones
anteriores
cuando se
llevaban 78
días y dos
horas de
regata.
3.
La
diferencia
máxima entre
el
Macif
y
el
Banque
Populaire
ha
sido de 260
millas.
4.
La pérdida
de la quilla
del
Virbac-
Paprec
3 a
600 millas
de las Azores
acabó con sus
posibilidades
de acabar
tercero.
Camuflada esta vez bajo su
capa de regata extrema, la
Vendée Globe ha acabado
mostrando una vez más que
sigue siendo una aventura de
tomo y lomo. La remontada
del Atlántico ha aportado las
dosis de dramatismo que el
Gran Sur había escatimado. Y
ha acabado pasando factura a
las quillas, que siguen siendo
la gran asignatura pendiente
de la clase IMOCA.
océanos
ha reivindicado la gran aventura que es la Vendée Globe.
Camuflada detrás de la lucha impresionante y del ritmo
frenético impreso por los primeros —la batalla entre
François Gabart y Armel Le Cléac’h más parecía una re-
gata de match-race que una prueba oceánica—, en las
últimas semanas ha salido a la luz la parte más humana
de la Vendée. A medida que los barcos daban muestras de
fatiga y en algunos casos sufrían grandes averías, surgía
la grandeza de esos hombres capaces de dar la vuelta al
mundo sin parar, sin descanso, superando temporales y
calmas, inasequibles al desaliento.
Porque esta ha sido otra caracterís-
tica de esta Vendée Globe: la alegría
que han desprendido sus participan-
tes. Más allá de las lágrimas de una
SamDavies desconsolada tras romper
el mástil cuando apenas llevaba cinco
días de regata, o de la desesperación
de Kito de Pavant tras colisionar con
un pesquero a la altura de Portugal,
los regatistas han transmitido un
mensaje positivo, lleno de optimis-
mo: las dificultades existen, pero es-
tán ahí para superarlas; y cuando uno
las supera, se hace más fuerte. Así, hemos visto a un Ber-
nard Stamm luchar hasta la extenuación porque se había
quedado sin reservas energéticas; a Alessandro di Bene-
detto no perder la sonrisa pese a navegar con una costilla
rota y tener que encaramarse una vez más al mástil; a
Tanguy de Lamotte estrujarse las meninges para frenar
una vía de agua; a Jean Le Cam sumergirse en las heladas
El Atlántico muestra la dureza de la
regata más extrema y la grandeza de
sus navegantes.
©
Jean Marie Liot/DPPI/Vendée Globe
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Jean Marie Liot/DPPI/Vendée Globe
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